ANA MENDIETA

Ana Mendieta (1948–1985) nació en La Habana y fue enviada fuera de Cuba a los 13 años, en un éxodo de niños conocido como la Operación Peter Pan. Por cinco años, Mendieta vivió con su hermana en una serie de hogares de acogida en Iowa, Estados Unidos, sin sus padres (Roulet, 2012). Entre 1972 y 1985 produjo un cuerpo de trabajo extraordinario, experimentando con películas Super-8, videos, performances, instalaciones, dibujos, estampados, objetos y esculturas. Interesada en sus raíces culturales cubanas, en el arte de Mendieta la encarnación de la naturaleza y la forma femenina desarrollaron la idea del arte como traza y una forma de devenir.
Su arte “evolucionó en constante variación desde sus performances de los años 70 y obras Silueta hasta sus esculturas de diosa de los 80 y finalmente la forma frágil y truncada de una hoja” (Roulet, 2012:26). El arte de Mendieta refleja la intención de desarrollar nuevas experiencias de cuerpo femenino que estén conectados con los afectos en términos de la reafirmación de la cultura cubana y la subjetividad femenina. Por ejemplo, durante su participación en el Artist in Residence Inc. (A.I.R.), la primera galería para mujeres de Estados Unidos, el texto introductorio a su primera exhibición, consistiendo de sus fotografías de la serie Silueta hecha en Cuba, constató que “la fabricación de sus esculturas de cuerpo-tierra no es la etapa final de un ritual, sino una manera de afirmar sus lazos emocionales con la tierra y de conceptualizar la cultura” (Griefen, 2011:179).
Al mismo tiempo, en el catálogo de su exhibición Dialectics of Isolation, de 1980, Mendieta describió cómo ella era parte de un proyecto en que, en el contexto de la exclusión histórica, surgieron diversas posibilidades de continuar siendo “otra”: “Es crucial para mí ser parte de mis obras, como resultado de mi participación, mi visión se vuelve una realidad y parte de mi experiencia” (Griefen, 2011: 173). Como señala Charles Merewether, a lo largo de su vida, Mendieta creó un arte cuya apariencia fugitiva acarreó consigo “el aura frágil de una traza incorpórea de lo real, de los restos de vida entre las ruinas de la cultura moderna” (1996:92, traducción propia). El arte de Mendieta transitó desde la suposición de alteridad, pasando por la relación de la figura feminina con la tierra y la cultura (serie Silueta, 1980) hasta la crítica de la mirada masculina mediante la distorsión del cuerpo femenino (Glass on body imprints, 1972, Facial/cosmetic variations, 1972) y la idea del cuerpo como huella de la violencia (Rape scene, 1973).
